lunes, octubre 23, 2006

jueves, octubre 05, 2006

Sueño frustrado

Estoy con Beatriz, mi jefa en el Diario. Es de noche y estamos en su oficina. De pronto entra un señor de unos 50 años, pequeño, flaco, de pelo negro (poco y peinado hacia uno de los costados). Viste una chompita caqui, tal vez una camisa blanca, lleva unos pliegos de papel enrollados y algunos sobres de manila de buen tamaño.
Beatriz lo saluda y me dice “¿conoces a Zegarrita?” “Sí, claro”, miento. Beatriz entiende que afirmé por compromiso y me explica: “Zegarrita trabaja hace más de 30 años en el Diario”. Zegarrita permanece sin expresión y no habla.
Mi jefa comienza a extender los pliegos de papel y los coloca en el piso. Eran afiches auténticos de conciertos de Led Zeppelin. Me quedo atónito mientras Zegarrita saca de uno de los sobres varios discos de vinilo de mi grupo favorito de todos los tiempos, algunos que jamás había visto. “¡Soy archi-super-hiper-ultra fanático de Led Zeppelin!”, suelto, sin que Zegarrita responda nada.
Me entero de que el Diario va a regalarle un viaje a Zegarrita para que vea a Led Zeppelin en vivo y que yo voy a ser el afortunado que lo va a acompañar al concierto para hacer la cobertura periodística, el próximo 5 de junio.
¡No podía ser! ¡Ni siquiera sabía que se iban a juntar! ¡Qué maravilla! “No te preocupes Bea, yo voy y te hago una crónica espectacular de dos páginas en Luces”, digo mientras pienso en el inicio de la nota: “Ha pasado mucho tiempo desde que rockeamos, gritó Robert Plant luego de 27 años”... Luego pregunto “¿Y quién va a tocar la batería?”. “Jason Bonham”, me dice Beatriz. “¿Y John Paul Jones?” “También, ya está confirmado”, responde de nuevo mi jefa con seguridad. ¡Genial!
Zegarrita sigue estático mientras yo continúo viendo los viejos posters y vinilos. Soy feliz, de pronto ya no. Estoy en mi cuarto, echado en la cama, la luz del día entra por la ventana, son las 10. ¡Puta madre! Otra vez voy a llegar tarde al trabajo.

lunes, julio 31, 2006

Taxista Ye Ye

10:30 p.m. Cruce de la avenida Higuereta con Caminos del Inca. Acababa de grabar algunos coritos en el estudio y me iba a la casa de Romi para terminar una singular (y agotadora) jornada, que había empezado en el diario y continuado en el set de "Con buena onda". Algo resfriado y aún abochornado por las luces de televisión, puse el brazo horizontal para detener un taxi que venía detrás de una combi. El Toyota blanco paró. Un caucásico cuarentón de metro noventa iba al volante.

"Buenas noches maestro, cuánto me cobra a Pueblo Libre". "10 lucas" respondió con voz desagüe. Me pareció que era un precio módico, teniendo en cuenta el largo camino por recorrer. Abrí la puerta trasera y me senté. El asiento del conductor estaba tan replegado que hubiéramos estado a la misma distancia si me sentaba adelante. "Pedro" me dijo presentándose. "Qué tal", le respondí. Generalmente no me gusta hablar con los taxistas porque prefiero los viajes tranquilos y silenciosos. Lo máximo que digo es "¿le molesta si fumo?". Esta vez ni siquiera me atrevería a preguntar.

Apenas arrancó, soltó: "Mamarracho, mamarracho… ¿Conoces esa canción?". "Pucha, me tocó un conversador", pensé. El tiempo me demostraría (sin demora) que estaba equivocado, el hombre no era exactamente un charlatán.

"Claro", respondí. Dejó de ver el camino, volteó extraño, con la mirada abierta y me dijo levantado un poco la voz: "¿Cómo la vas a conocer tú? A ti te debe gustar el reguetón". Algo ofendido contesté, "No, para nada. Bueno… conozco la canción porque me gusta la música". "¿Te gustaría escucharla?", me preguntó. "Claro", dije. En un instante me di cuenta que no había radio… sí pues, no iba a ser necesaria. El viaje sería realmente largo, muy largo.

"Fue tan solo fantasía
lo que el mundo me brindó,
cuando más te sentí mía
el destino te alejó.

Y mil voces por la calle
hoy me gritan que no estás
y soy sólo un mamarracho
que te quiere más y más.

¡Mamarracho, mamarraaaacho!
Vendedor de soledad
siempre entregas tu cariño
y el amor nunca se da.

¡Mamarracho, mamarraaaacho!
Siempre tienes que llorar,
pero algún día a tu puerta
el amor ha de llegar…"

Casi cuatro minutos después, el señor terminó de cantar "Mamarracho" mientras yo veía la calle por la ventanilla, pasando saliva de vez en cuando y disimuladamente. Se mandó seis estrofas y tres coros a vista y paciencia de varios conductores vecinos. ¡Ta que roche!. Cuando acabó el primer coro pensé en decirle algo amable como "muy bien" (no cantaba mal, simplemente era algo desentonado porque tenía la garganta aguardientosa), pero el hombre se cantó toda la vaina completita, incluso de vez en cuando hacía "clin, clin", simulando el sonido de la guitarra.

Bueno, acabó y no dije nada. Pensé que eso era todo y que mi falta de entusiasmo iba a convertir el resto del viaje en silencio. ¡Qué iluso! "¿Qué linda canción, no? Dijo matando la paz… "Sí pues… ¿esa es de los Iracundos, no? (Era una pregunta incontenible). Subió la voz y dijo "¡Ah!, conoces… esa es mi música. La nueva ola, no las huevadas de ahora. Yo soy músico también". "Qué bacán, tiene un grupo", dije ingenuo. "No, canto en mi casa no más, pero tengo buena voz, ¿no?", preguntó. "Claro, muy buena" solté comprometido y algo más palteado con el tono del pata, más imperativo que arrogante.

Iba a bajar la luna pero reaccioné tarde: "Escucha esta" me obligó.

"Voy a pintar, cha la lá,
las paredes con tu nombre mi amor,
cha la lá, cha la lá,
para que sepas,
que te quiero de verdaaaad.
Chucu chún, chucu chún…

Tus ojos son, como el cielo todo azul, todo amor…"

La situación se ponía más extraña cada vez y no sabía cómo reaccionar. Me di cuenta que el carro olía un poco a alcohol y que una botellita de Inka Kola que contenía un líquido transparente, descansaba cerca al freno de mano. Temía por mi vida, mi billetera, pero al mismo tiempo no podía dejar escapar una tímida sonrisa que encerraba cierta ternura por el esquizofrénico de mierda que me había tocado como taxista. Decidí relajarme y ser natural…

Cuando terminó de cantar, dio un sorbo a su botella y me dijo: "Osea que te canto dos canciones y no me aplaudes ni nada… ¿Tas huevón?"… Luego de razonar (Si el pata quería me sacaba la mierda en una), contesté con una sonrisita nerviosa sin dejar de ver por la ventanilla: "jejejeje". Él también se rió (uffff)… Traté de mostrarme interesado: "¿Y también le gustan los Beatles?" "Claaaro", contestó acelerado.

La cagué de nuevo, ahora íbamos zigzagueando por la vía expresa mientras el hombre interpretaba con alegría una muy personal versión de Can't Buy Me Love:

"Ken ba mi roooo-ó roooo-ó
Ta ra ra ra ra ra-ra, la-lá la la la la".

Terminó y dijo: "Puta que yo me he tirado a todas las de mi barrio". Inmediatamente corrigió "No, me faltó Ivonne… era muy gordita, pero ahora está bien rica la puta… su mamá se murió… conchasumadre"(¿?) "Qué pena", acoté. Saltó del asiento y me miró: ¿Qué cosa?… "No, nada, que así es la vida… entonces ¿sigue viendo a la gente de su barrio? "No pues, yo vengo de Miami. Escucha esta…

"Tan tán
Dejaré mi tierra por ti,
tan tán,
dejaré mis campos y me iré
lejos de aquí.

Tan tán
Cruzaré llorando el jardín
tan tán,
y con tus recuerdos partiré
lejos de aquí.

Tun turun turun
De día viviré pensando en tu sonrisa,
de noche las estrellas me acompañarán,
serás como una luz que alumbra mi camino,
me voy pero te juro que mañana volveré.

Al partir, un beso y una flor,
un te quiero, una caricia y un adiós.
Es ligero equipaje para tan largo viaje,
las penas pesan en el corazón…"

"Esa es de Nino Bravo" dije… Me miró mal y me retó, "a ver esta":

"Butterfly, Butterfly… la la la la la lá.
Butterfly, Butterfly… la la la la la lá".


¿Qué carajo era eso? "No sé maestro, ¿esa de quién es?", le dije cuanto terminó. "Es de uno que se llama no sé y se apellida no me acuerdo... jajajaja"... Celebró su chiste nuevaolero con otro trago del misterioso líquido.

Estábamos por la avenida San Felipe y de los otros carros, que esperaban en el cruce, salían miradas que parecían burlonas carcajadas. El hombre cantaba fuerte y movía el cuello como lo haría un Frankenstein sesentero. Sentía vergüenza pero reconocía que la situación era divertida. Ya faltaba poco, sin embargo me había acostumbrado y, en realidad, no la estaba pasando mal… entonces me animé: "¿Le gusta José José?" "No mucho", respondió, "prefiero a Raphael… pero el borracho ese tiene buenas como Gavilán o Paloma"… Mi pedido sería cumplido.

"No dejabas de mirar estabas sola,
completamente bella y sensual.
Algo me arrastro hacia ti como una ola
y fui y te dije hola… que taaaaal.

Esa noche entre tus brazos caí en la trampa,
cazaste al aprendiz de seductor.
Y me diste de comer sobre tu palma,
haciéndome tu humilde servidooor.

¡Amiga!, hay que ver cómo es el amor,
que vuelve a quien lo toma,
gavilán o palooooma.
Pobre ton-to, ingenuo charlatán,
que fui paloma por querer ser gavilán…"

El viaje terminó, por fin, con "Hipocresía" de Los Pasteles Verdes y otra de Manzanero que no recuerdo. "Gracias por todo maestro" me despedí abriendo la puerta, escapando, para ser sincero. "Apunta mi número en tu celular para cualquier cosa", me detuvo… Preferí no sacar el celular (¿acaso había esperado hasta el último momento para robarme?). Cogí el lapicero que siempre cargo en el bolsillo derecho y apunté los ocho números en la palma de mi mano. "Pedro, ¿no?", "Sí", respondió. "Gracias Pedro, un gusto". Aunque tenía medio cuerpo fuera del carro, el fuerte apretón de manos me detuvo por unos segundos.

Mientras esperaba que me abrieran la puerta de la casa, el hombre seguía con el Taxi parado. Apenas abrió Romi, me metí disparado. Recién adentro escuché que arrancaba.

Tomando la clásica sopa nocturna, no entendía bien qué podía sacar de esta bizarra situación, de esta experiencia tan jocosa como tenebrosa. No tenía idea, me bloqueaba el pensamiento una maldita canción… ¡Mamarracho, mamarraaaacho!

Discos para el Invierno

Cada día se me hace más difícil levantarme de la cama temprano y, por ende, llegar a la hora al Diario. Abro el ojo y el frío es más potente aun que mi patentada flojera. Puta madre, ¡alalau! Se me hace más difícil la cosa, sobre todo, porque el calentador de la ducha está malogrado desde tiempos inmemoriales y bañarse es peligro de pulmonía. Debo sobreponerme, pensar en otra cosa, soplar como caballo y finalmente salir mojado y resfriado (Verdad, no sé si siempre estoy con gripe o a punto de enfermarme).

Ahora sí que el cielo de Lima está más panza de burro que nunca y eso me deprime como mierda. Todo me sale bien, las cosas van viento en popa en la chamba, no hay razón para ponerse mal, sin embargo estoy down. Así es pues, a mí me contagian estas bajas temperaturas, esta ciudad 'incontrastable' (porque no hay contraste en la calle, los fantasmales cuerpos de las personas no producen sombras, todo es plano, gris).

¿Novedades? Dejé el pucho el domingo, pero ayer algo me cagó el día y me fumé diez (hoy voy cuatro). ¡Qué chucha!

Algo paja. Hoy en la mañana, por la luna del taxi vi al "Gordo" Cassaretto en una calle de Lince. Está más acabado que el Mundial. Sin embargo, pasó una chica simpática a su lado y se cagó de risa por algo que le dijo el rollizo personaje: no hay duda, sigue siendo un capo el compinche de Barraza. Comento esto porque en Lima pocas veces (o cada vez menos) se ven cosas simpáticas y espontáneas cuando estás fuera de casa o de la oficina. Eso me hace sentir mejor. Pienso que cuando todo va lento, monse y medio triste, las bromas y el ingenio funcionan mejor. Te levantan más.

Creo que podemos elegir entre dos formas para hacer más interesante y productivo el invierno: o nos dejamos mojar por la sucia garúa, aprovechamos para mejorar el rochoso promedio de lectura del país y nos volvemos introspectivos (lo que tiene su parte chévere, analítica y melancólica); y/o buscamos animarnos y le sacamos la vuelta a la ley del clima.

Yo tiro más para la primera opción.Como la música puede ser el aliado perfecto para las dos empresas y como creo que merezco huevear un rato, he elaborado rápidamente una lista con algunos discos que pueden hacer más interesante esta gélida temporada. Son joyitas poco famosas y sacadas de la refri.
Aquí va:


1. Bob Dylan - "Desire" (1976): No es una joyita, es un diamante. No he escuchado, ni tengo, todos los discos de Dylan, pero me atrevo a afirmar que después de Beethoven, Bach y Mozart, sigue Bob (junto con Lennon/McCartney). Muchos dicen que el gringo es el mejor 'letrista' de la historia. Esto puede ser verdad, pero minimiza su gran categoría como compositor musical. La letra es solo una de las partes que forman cualquier canción y obviamente no es la más importante (me extenderé sobre eso en otro post). Bueno, vamos al disco. "Desire" es un maravilloso regreso al folk y, sin contradecir lo dicho antes (sobre la letra, que lo minimiza, etc.), posee las mejores historias contadas por Dylan (y su compañero de turno, el director Jacques Levy). Fabulosas novelas enteras son "Joey" y "Romance in Durango" (en la que las voces de Bob y la fabulosa Emmylou Harris sollozan "no llores mi querida, dios nos vigila" con un español que…bueno, tienen que escucharla). Un conmovedor violín, interpretado por Scarlet Rivera, se pasea por todo el disco, acomodándose a la perfección en cada surco. "Oh, Sister" y "Sara" (un Dylan con el corazón hecho hilachas cantándole con nombre propio a la mujer que lo abandonó en la vida real), son dos de las canciones más emotivas que he escuchado. Perfecto para melancólicos invernales.


2. Tom Waits - "Closing Time" (1973): Otro de los discos favoritos de este, su servidor. Cuando recién lo descubrimos con mi tocayo Julio Ubillús, decíamos que una buena forma de pasar la vida sería levantarte de la cama a las 6 y media de la tarde, servirte un par de vasos de whisky con hielo y sentarte frente a la ventana para ver el ocaso del día mientras escuchas el Closing Time con un buen puro entre los dientes. Luego de que se termine el disco, el whisky, el puro y el ocaso (al mismo tiempo, ojalá) regresas a la cama, duermes y te levantas de nuevo a las 6 y media de la tarde del día siguiente para hacer lo mismo por los siglos de los siglos… Amén. Ahora que me pongo a pensar, tal vez yo dije esa pastrulada y Julio solo me escuchaba mientras pensaba "¡Quemao!".


3. The Rolling Stones - "Between the Buttons" (1967): Uno de esos discos que me ayudan a compartir gustos musicales y crear esa conexión que solo la música puede producir con la gente. Me gustaría conocer a más personas que les guste "Between the Buttons", que no debe estar entre los 10 más populares o trascendentales discos de los Stones, pero que es profundamente mágico. Jagger y compañía pasaban por un momento de indecisión. De hecho era una situación jodida: los Beatles habían encontrado la maña de la psicodelia y la forma de experimentar con sus potenciales y los gustos de la gente. La respuesta fue el clásico "Aftermath" y el año siguiente salió "Between de Buttons" que para muchos es un disco feo o de transición o fallido (aún no entiendo cuando ese adjetivo se usa en una crítica musical), pero a mí me parece fantástico. La grabación es misteriosa pero magistral (se lucen sobre todo Wyman y Watts) y las canciones son una mejor que la otra. Este disco para bailar con casaca (o poncho hippie si quieres) tiene "Let's Spend The Night Together", "Ruby Tuesday", "Complicated", "Connection", "She Smiled Sweetly", entre otras.


4. King Crimson - "Islands" (1971): Desde hace siglos el color también es una cualidad musical. No es una tontería. Sucede que el idioma es completamente inútil para explicar algo intangible, que solo se puede oír y que produce sensaciones incalificables e irracionales. Es así como los timbres que producen los instrumentos tienen sonidos "claros" u "oscuros". Por ejemplo, muchos coinciden en que el acorde Do mayor es de color rojo. Bueno, toda esta introducción simplemente para que no suene flaco lo siguiente: si existe un disco negro en la historia ese es "Islands", un álbum cocinado en una olla de brujas por los insuperables King Crimson. Para los que quieren caer en la gloria (y en serio) y con una dosis de miedo.


5. Genesis - "Trespass" (1970): Pucha, ya me puse progresivo. Bueno, no importa porque este disco es bastante bueno. Lo conocen pocos y casi nadie lo ha escuchado, pero este invierno puede ser una buena ocasión para conseguirlo. Phil Collins todavía estudiaba actuación luego de clases y los demás Genesis no lo conocían. De hecho les faltaba un buen baterista (Collins lo es sin duda, al César lo que es del César), pero Banks y compañía se las arreglaron para hacer un gran disco que tiene un ambiente inigualable, enigmático. La voz de Peter Gabriel recién empezaba a soltarse y canciones como "Looking For Someone", "Visions of Angels", "White Mountain" y la catártica "The Knife", producen una obra sorprendente. Para los que desean escaparse de la fría rutina por 42 minutos y 43 segundos.


6. Joaquín Sabina - "El Hombre del Traje Gris" (1988): Nunca las guitarras ochenteras fueron tan gélidas como en este disco del "genio de Úbeda", que ya había patentado su 'chaplín' una década antes. "Nacidos Para Perder" "Una de Romanos" y "Juegos de Azar" te colocan en cualquier urbe del mundo donde la melancolía y el desamor cobran el peaje: Buenos Aires, Madrid o Londres. Yo me enamoré de este disco a primer acorde. Comparto el flechazo helado con Calamaro, que también, dice, lo sintió jodido.



7. Agrupo a varios en el 7 porque ya no puedo huevear tanto y la flojera me invade. Suelto algunos títulos más: Patti Smith - "Wave" (1979), "Dancing Barefoot", "Frederick", "Hymn" ), Gustavo Cerati - "Bocanada" (1999, lo mejor de sus carrera solista, sin duda), Lou Reed - "Berlin" (1973, para suicidas en serio), Erick Satie - "Ogives" (para claustrofóbicos suicidas), Claude Debussy - "Suite Bergamasque" ("Claro de Luna", palabras mayores) y Roy Orbison - "The All Time Greatest Hits By Roy Orbison" (el mas grande de principios de los sesenta: "Crying", "Only The Lonely", y la genial "Dreams").

Que pasen un extraordinario invierno.

SOUNTRACK DEL POST
Bob Dylan - Oh Sister

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The Rolling Stones - Complicated

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ADVERTENCIA

El post "Ica en tiempos del Mundial" ha sido eliminado debido a las crecientes amenazas de muerte dirigidas al autor. Regístrese, comuníquese y publíquese.

lunes, junio 19, 2006

BAJO EL CIELO DE UN VERANO ITALIANO, “Il mondo in una giostra di colori”


NO ERA INVIERNO

El sol brillaba todos los días, como el logo de D’onofrio. Era un verano interminable y alegre como pocos, en un sucio barrio de San Miguel que por única vez no apestaba a barro con pichi de gato. Ahora un rico viento tropical corría coloreando las fachadas de los callejones. Al menos eso es lo que creo que recuerdo. En el mundo era junio, en Lima estábamos entre otoño e invierno, pero el calor mediterráneo que hacía en Italia parecía contagiarnos acá, en nuestra rutinaria tristeza, y convertía el llanto que aguantábamos en la punta de los ojos en una festiva emoción.

PRIMAVERA

Antes de que empezara el Mundial de Italia 90, yo apenas había tenido un par de acercamientos con el fútbol. De México 86 (yo tenía casi 6 años) no vi ningún partido y solo conocía a “Pique”, la mascota, porque estaba impresa en las bolsas de Monterrey. También sabía que un argentino chato había metido un gol con la mano, lo cual me complicó más el asunto ¿acaso a nadie se le había ocurrido antes? Qué tontería, mejor sigo viendo He-Man.

Poco tiempo después, un avión cayó en el mar de Ventanilla y murieron todos los jugadores de Alianza. Mi hermano era hincha a muerte del equipo de La Victoria y por eso yo también me hice simpatizante de Alianza, aunque jamás me preocupé por saber cómo había quedado el equipo de mis amores (de los de mi hermano, en realidad), ni vi ningún partido ni festejé un solo gol blanquiazul.

En honor a los caídos elaboré con plumones, crayolas y lapicero, varias copias de un emotivo dibujo, que, entre otras cosas, tenía jeroglíficas figuras de jugadores pintados con plumón negro y un avión en llamas. Una flecha compuesta por tres líneas indicaba que el piloto era de la “u” (a partir de ahí comencé a alimentar el fuerte odio que le tengo al equipo que representa las peores costumbres sociales del Perú, pero bueno, me estoy desviando del tema).

VERANO

Fue a partir de Italia 90 que me convertí en un apasionado del fútbol. No sé qué bicho me picó, pero en pocas semanas ya me sabía TODO sobre el mundial: las sedes, los jugadores, en qué clubes estaban, las reglas del juego, historia de los campeonatos anteriores, etc. Paporreteaba mejor que autista y, dicho sea de paso, no analizaba mal. Era una fiebre dulce.

Mientras leía la parte deportiva del diario o “El Gráfico” que me pasaba mi hermano, escuchaba la radio. O prendía la de la casa o alguien encendía la suya en plena calle y a buen volumen. Entonces salía al jardín, me apoyaba en la diminuta y crujiente puerta de madera y leía, observaba con orgullo mi álbum (tenía la figurita de Bebeto, la más tranca de conseguir), luego levantaba la vista y mis ojos generaban decenas de colores por el sol que brillaba sin parar. No hacía un calor muy fuerte, el suave viento creaba un tiempo ideal.




Respiraba fuerte, el asma que vivía en mi garganta parecía extinguido y celebraba la satisfacción trepándome en la puertita (que hasta hacía poco me sobrepasaba la cabeza) para mirar hacia el mar que no se veía, a pesar de que no había nada entre los dos y que estaba a tres cuadras, pero que se respiraba. Miraba hacia el otro lado y observaba cómo brillo solar chocaba en la acera, en la pista. Un paraíso de cemento.

Me gustaban los colores de Brasil, las alucinantes camisetas de Holanda, que llevaban en el pecho mis ídolos Gullit, Van Basten y Rijkaard (si alguien tiene una, se la compro). También la lejana toma de la televisión que nos permitía ver cómo los equipos se paraban en la cancha, el reloj de las transmisiones que era una línea punteada vertical al lado derecho de la pantalla, los estadios y maravillosos lugares que hacían de Italia un país inigualable, las chicas brasileñas “danzandu lambada” en la fachada del San Siro, en fin…

El capo Ruud Gullit y la camiseta pedida

En mi calle también se escuchaba Lambada, el “Coco-loco” y sobre todo el fabuloso mix “Disco Samba” de los Two Men Sound. La alegría era brasileña, no había duda, solo Maradona la pudo borrar, con un pase al maricón de Caniggia. Tanta algarabía, la fiesta eterna que me había hecho olvidar del asma se había acabado. Gracias Diego huevón, yo sabía que eras un idiota antes de que todo el mundo se diera cuenta: qué es eso de meter un gol con la mano, pendejo. Y después te das el lujo de, jugando mal y con un equipo de mierda, eliminar a Brasil y llegar a la final.

Bueno, tranquilidad. No me quedó otra que hacerme hincha de Camerún y de su estrella Roger Milla. Lamentablemente el partido que más recuerdo es el que los “leones indomables” jugaron contra Inglaterra por cuartos de final. Después de la derrota ante los británicos (en un partidazo), Italia 90 terminó para mí. No vi más. Volví a los dibujos animados, ya no daban He-Man, pero no importaba, los Thundercats eran de la puta madre.

Los ingleses vencen a Camerún, el último partido que ví.


OTOÑO

A la distancia y siendo frío, Italia 90 puede ser el peor mundial de los últimos 40 años, pocos goles, se jugó feo, Holanda pasó sin pena ni gloria, en realidad su camiseta era bastante huachafa, Van Basten no metió ningún gol, Brasil jugó su peor mundial después del de 1966, Bebeto no jugó, Argentina era una porquería y le fue bien, Italia comenzó a volverse un equipo amarrete y ganaba con las justas gracias a un jugador oportunista y mediocre como el “Toto” Schillaci. En fin, un mundial aburrido y que, para colmo, ganó Alemania. Qué fiasco.

Pero siendo completamente subjetivo, desde el 94 los mundiales son una gran frustración para mí, porque cada vez que empieza uno quiero que sea como el de Italia 90, y eso es imposible. La melancolía me invade y la añoranza es eterna. Por eso de vez en cuando escucho “Disco Samba” y regreso a mi álbum roto y polvoriento.

VERANO OTRA VEZ

Hace unos meses Romi me hizo recordar la canción de aquel mundial y luego la escuché en un comercial sobre la selección argentina de CTI Móvil. Una flecha me electrificó el corazón, la había olvidado por completo.

Ahora que la he conseguido, la escucho todo el tiempo y, aunque miro al cielo y todo está nublado de frío, he sentido aquella emoción otra vez. ¿Ven? Una canción puede hacer milagros. Mi música para este mundial no es ese falso “oé-oé-oé” del 2006 (que no es más que un intento de volver al “alé-alé” que cantaba el baboso de Ricky Martin en Francia 98), es “Un’ Estate Italiana” (un verano italiano), interpretada por Gianna Nannini y Edoardo Bennato. ¡Qué emoción! ¡Forzzzzza Italia este 2006!

SOUDTRACK DEL POST

Gianna Nannini y Edoardo Bennato - Un´ Estate Italiana

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lunes, junio 12, 2006

prueba carl perkins

Estoy probando esta vaina de poner música en el blog. Va dedicada a los pocos que han escuchado la versión de los Turbopótamos (si pues, no era nuestra).

CARL PERKINS - Right String Baby

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martes, junio 06, 2006

LOS BUENOS TIEMPOS, La década del 50 o la prueba de que "todo lo pasado fue mejor"


UNO

Cuando éramos niños éramos mejores por muchas razones, pero principalmente porque estábamos más cerca de nosotros mismos que en cualquier otro momento de nuestra vida. Le decíamos a la tía que era fea en su cara, no por malos, sino porque éramos sinceros. Conforme vamos creciendo nos vamos corrompiendo y podemos convertirnos en lo que por esencia no somos. Tenemos miedos sociales, represiones absurdas, poses y objetivos impuestos que trascienden nuestra auténtica personalidad.

Y no es que no me gusten las evoluciones, o el resultado de las mismas, o la admirable madurez. Al contrario, gracias a la práctica inconsciente de dicha acción (evolucionar), tenemos la suerte (yendo al grano) de poder escuchar música magnífica. Pero lo fresco, lo nuevo, la idea original puesta en físico, el primer proyecto, el diamante en bruto, el aire fresco, la revolución explosiva, la subversión artística, lo primero, siempre tendrá un encanto incomparable, único, como la niñez.

Por supuesto que nada empieza de cero, que para llegar a uno (1) se necesita evolucionar. Pero llegar a 1 siendo original, nuevo y a la vez trascendente, es sin duda una genialidad, espontánea y casi un milagro.

Por eso, el placer que me provoca escuchar esas canciones que empezaron sin miedo lo que llamamos (sin conocer del todo, aún, sus fronteras) rock and roll, es inigualable… y la sonrisa es eterna.


1954

El 1 de marzo de 1954 el gobierno de Estados Unidos, encabezado entonces por D.D. Eisenhower, hizo estallar la primera Bomba de Hidrógeno en el atolón de las Islas Marshall, en Oceanía. La temperatura en el lugar de la explosión llegó a más de 15 millones de grados (o sea más o menitos igual al bochorno que podríamos sentir en el centro del sol). Pocos meses después y varias islas menos, una explosión de menor gravedad ecológica, pero mayor en trascendencia histórico-social, se llevó a cabo en la tierra de las "Big Mac". A las 9:30 p.m. del 3 de junio, la estación de radio WMPS de Memphis emitió una canción grabada por un joven de 19 años llamado Elvis Aaron Presley. El título era "That’s All Right, Mama", un tema que ya había tenido cierta popularidad años atrás con la voz de un cantante negro que hacía lo que podía bajo la "chapa" de Big Boy. Apenas acabó el tema, el telefonista de la emisora se cansó de recibir llamadas de gente obsesionada con volver a escuchar el disco de 78 revoluciones. A los programadores no les quedó otra que pasar 30 veces la canción durante las 24 horas siguientes.
Como conocemos, Elvis se convirtió en estrella mundial, personaje público Nº 1 y a la fecha es el intérprete que más discos ha vendido en todo el mundo (se estima que son poco menos de 600 millones).

¿A qué se debe este fenómeno? Definitivamente, podemos decir que con "That’s All Right…" los jóvenes de la época se sintieron identificados, que la temblorosa voz de Presley conmocionó a miles de personas, pero creo que lo más importante, como siempre, fue lo más simple. Elvis y los músicos que se juntaron para tan importante sesión en los míticos estudios Sun, simplemente aceleraron un blues lento y lo amalgamaron con la forma del country. El resultado, un plato nunca antes cocinado ni, por supuesto, degustado: "Rockabilly" o "Country rock"… a la mierda, simplemente "Rock and roll".

FOTO: EL COMERCIO/AP
Sin embargo, el Rock and roll, en el mismo año que comenzó su larga vida, se complicó gracias a otros genios y descubrió en sí mismo su característica especial: no tiene fronteras, es el mejor espacio para las fusiones más extrañas y descabelladas. Por lo tanto, descubrió inmediatamente su calidad de género universal, sin haber salido de la tierra que lo escuchó nacer.

En el mismo año Ray Charles creó una nueva vertiente con la misma semilla grabando "I Got a Woman" y creando el "Soul" al combinar blues, country y gospel. También en el ’54 el blusero Muddy Waters le puso más potencia a su guitarra eléctrica y al grabar "Hoochie Coochie Man" (de Willie Dixon) le marcó el camino a los grupos de los sesenta (como Led Zeppelin, The Who, Cream, etc.) De igual forma, Bill Haley inventó el Rock bailable en menos de dos minutos con su "Rock Around de Clock", y a la postre, dictó una clase que pronto seguirían los grupos de Pop de los setenta (sí, los Beatles incluidos).

A lo que sí no tengo respuesta es a por qué la epidemia del Rock se originó en 1954 y contagió tan rápido, tanto a los genios como a los seguidores. Inmediatamente después aparecieron en escena Chuck Berry, Jerry Lee Lewis, Sam Cooke y otros que interpretaron las canciones más bellas y sorprendentes jamás hechas.

Entonces, los que piensan que Los Beatles comenzaron todo están muy equivocados. Fueron los mejores, los magos, los alquimistas, los que cruzaron todo tipo de fronteras, los que le dieron un nuevo significado al término innovación, etc., pero no fueron los primeros. Retrocede diez años desde "A Hard Day’s Night" (Julio de 1964), escucha, y vas a decir ¡a la mierda los sesenta! Me quedo con los cincuenta, para siempre.

SIÉNTATE Y ESCUCHA
Me atrevo a decir que este podría ser un buen disco recopilatorio, un reflejo de los buenos tiempos. Igual, queda mucho por escuchar.

01. That’s All Right, Mama (Elvis Presley, ’54)

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02. I Got A Woman (Ray Charles, ’54)
03. Hoochie Coochie Man (Muddy Waters, ’54)
04. (We’re Gonna) Rock Around The Clock (Bill Halley and His Comets, ’54)
05. Shake, Rattle & Roll (Big Joe Turner, ‘54)
06. Maybellene (Chuck Berry, ’55)
07. Be-Bop-A-Lula (Gene Vincent, ’56)
08. Hound Dog (Elvis Presley, ’56)

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09. Long Tall Sally (Little Richard, ’56)
10. Blue Suede Shoes (Carl Perkins, ’56)
11. I Wak The Line (Johnny Cash, ’56)
12. Folsom Prison Blues (Johnny Cash, ’56)
13. Blueberry Hill (Fats Domino, ’56)
14. Smoke Stack Lightning (Howlin’ Wolf, ’56)
15. You Send Me (Sam Cooke, ‘57)
16. Great Balls Of Fire (Jerry Lee Lewis, ’57)
17. Whole Lotta Shakin’ Going On (Jerry Lee Lewis, ’57)
18. Johnny B. Goode (Chuck Berry, ’58)
19. Summertime Blues (Eddie Cochran, ’58)
20. What’d I Say (Ray Charles, ’59)






El Hecho:
en 1954 la marca de guitarras Fender
sacó a la venta la Stratocaster, el mejor
instrumento de seis cuerdas del mundo.

martes, mayo 30, 2006

INTRO

Parte I

El gusto es un sentido animal. Sirve esencialmente para proteger al ser que lo posee como cualidad, para distinguir el alimento que no le sirve o le hace daño, del que le ayuda a permanecer saludable y le da agilidad y fuerza.
El gusto, además, es el único sentido cuya acción (gustar o disgustar) puede asociarse a los demás. Me gusta el sabor de la cerveza y, de la misma forma, me gusta ver un cuadro de Courbet, tocar el cuerpo de mi mujer, oler una sandía cuando voy al Supermercado y escuchar la grabación de "Good Times" de Sam Cooke.
La acción gustar está, entonces, estrechamente vinculada al placer. Por eso el arte, como el amor y todo lo que alimenta al espíritu, es tan bueno para el cuerpo físico como un exquisito manjar.
También creo que el gusto debe ir de la mano con una práctica paciente (con relación a la prudencia, no a la lentitud). El exceso o adicción a los placeres provoca (más rápido de lo que creemos), entre otras cosas, desapego, frustración, y lo que es peor, un callo difícil de limar en el órgano de la sensibilidad.

Parte II

Kant dice (interpreto) que el concepto de estética no puede despegarse del momento histórico (del presente) y ni de las definiciones pasadas de belleza, y mucho menos del lugar, por lo que no existe en sí misma. Por eso, para apreciar una pintura, debemos conocer algo sobre historia del arte. De acuerdo.
Creo que conforme pasa el tiempo y en lo que al gusto respecta, el instinto ha sido superado, y mucho, por nuestras convenciones, por el ser social, por la moda, porque la historia pesa mucho, por nuestro énfasis casi neurótico de catalogar, afirmar, discutir, defender o simplemente pensar que algo es mejor que otra cosa (o que todas las cosas). De esta forma, nos hemos convertido en catalogadores convulsivos y "rankeros" en potencia. Con lo de rankero me refiero a esa manía de armar una lista ascendente de lo mejor (y lo peor), con relación a un tema específico. La música popular (como el cine y los libros) es uno de los temas más recurrentes e ideales para ser motivo de un ranking.

Parte III

Ahora llegó el momento de la obvia confesión: soy un rankero. Porque es divertido, es un juego, porque es un rico ejercicio de valoración, porque también provoca investigación y, por lo tanto, conocimiento; pero, sobre todo, porque depende también del gusto instintivo y personal, porque es una forma de escarbar en uno mismo y luego demostrar cómo eres (soy lo que me gusta).
Armar un ranking también es parecido a crear una receta, que puede salir mal o bien en el plato. Por ejemplo, estoy armando un disco con 18 canciones del año 1966 y estoy seguro que escuchar las canciones en determinado orden me va a provocar placer y, al mismo tiempo, voy a conocer más acerca de una época musical, crearé relaciones y descubriré tendencias. Estaré contento.
Lo más extraordinario de todo es el hecho de coincidir (o no) con alguien, la discusión o las sensaciones compartidas. El gusto crea relaciones y muros divisorios. Por eso, al crear este blog, estoy procurando relacionarme, comunicarme, compartir conocimientos relacionados al placer, al gusto, para preguntarnos ¿por qué "Happy Together" me hace feliz?… ¿Me hace feliz?

SOUNDTRACK DEL POST
SAM COOKE - Good Times

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