viernes, julio 11, 2008

Comunicado de RAN-KING

Estimados:
Por inconvenientes cerebrales este blog entra en reestructuración hasta la quincena de agosto.
Saludos a todos los que han alentado y presionado para que este espacio continúe su irregular andar.
Hasta agosto.

JPL

viernes, mayo 16, 2008

Los 7 mejores discos del 2007: segundo lugar

Feist - The Reminder

Sé que es vergonzoso que a estas alturas (¡mayo!) no haya terminado de escribir mis textos sobre los mejores discos del 2007. Sin embargo este ha sido un emprendimiento que debo acabar. Y lo debo hacer con urgencia, sobre todo porque existen una serie de discos nuevos sobre los que quiero escribir y el hecho de no haber terminado esta vaina me jode. Seguramente la demora se debe, entre otras cosas, a que por momentos creo que cambiaría los puestos iniciales e incluiría algunos discos, como el de Grinderman, pero la elección fue hecha y programada en su momento, y eso hay que respetarlo.

Acá vamos con el segundo mejor disco del año pasado. De hecho no lo ponía en el reproductor de CD hace tiempo, pero recuerdo que cuando lo escuché por primera vez me quedé asombrado y enamorado de la que, a mi entender, es la nueva diva de la música contemporánea, Leslie Feist, que como mucho de lo bueno del 2007 es canadiense.

LA DE LA VOZ MÁGICA
Entre Chan Marshall, Joni Mitchell e, incluso, Björk; la forma y el timbre de la voz de Feist en The Reminder hipnotiza suavemente. Por momentos es susurrante y se convierte en el acompañamiento divino y confortante de los latidos de tu corazón (So Sorry, Intuition, la misteriosa The Water). En otros pasajes del disco su voz es poderosa, muy humana y provoca una eufória melancólica (I Feel It All; Past in Present, una de mis canciones favoritas en el año), o un placer lúdico (el hit 1234).

The Reminder (un paso gigantesco luego de su segundo disco de estudio, Let It Die, 2004) es un álbum pop, pero también un disco introspectivo, nostálgico, de pianos y guitarras acústicas (que la propia Leslie toca notablemente), simple en ejecución, que juega mucho con el silencio e incluso con sonidos ambientales y los ecos naturales de los espacios (entre My Moon My Man y la fabulosa The Park se escuchan los pasos de una persona, Feist, que sale de un lugar, una casa, y llega al parque para interpretar su canción entre pajarillos y naturaleza). También hay tiempo para el tributo, como la bailable Sealion, una revisión de See-Line Woman de la fallecida cantante afroamericana Nina Simone.
Una joya única cierra el disco. La delicada How My Heart Behaves está cantada en dúo por Feist y Eirik Glambek Bøe del buen grupo noruego Kings of Convenience. Así finaliza lo que pudo haber sido el mejor disco del año (de hecho lo fue para los canadienses); un álbum redondo, de canciones extraordinarias (como, repito, The Park, Past in Present , I Feel It All y The Water), como los que ya no se hacen muy a menudo. Leslie ya no es más la chica que canta la canción del comercial de Lacoste; es musa y genio al mismo tiempo.

lista de canciones
1. So Sorry
2. I Feel It All
3. My Moon My Man
4. The Park
5. The Water
6. Sealion
7. Past in Present
8. The Limit to Your Love
9. 1234
10. Brandy Alexander
11. Intuition
12. Honey Honey
13. How My Heart Behaves


I Feel It All y parte de The Park en un bus


Video de 1234


Past in Present en vivo


Video de My Moon My Man

miércoles, mayo 07, 2008

La bella adora a la bestia

Scarlett Johansson se casa con el ex de Alanis Morissette pero eso no me importa. Tampoco creo que este hecho insignificante (probablemente no se concretará el matrimonio o se divorciarán pronto) tenga que ver con el debut discográfico de la que para muchos es el ser más bello sobre el planeta (me guardo la opinión porque luego mi mujer me pega). Así es, el próximo 20 de mayo el sello Atco lanzará al mercado mundial Anywhere I Lay My Head, el primer álbum musical de la actriz de 23 años.


Lo más excitante del asunto es que el disco es un tributo al genial Tom Waits (para efectos de este post, ‘la bestia’), ídolo personal y uno de los cinco más grandes compositores e intérpretes ‘solistas’ de los últimos 40 años (junto con Dylan, Lou Reed, Neil Young y Johnny Cash. ¿Me olvido de alguien?).
Para tan exigente, por no decir temerario, emprendimiento, la nueva musa de Woody Allen ha sabido elegir mejor que en el amor: la acompañan el extraordinario guitarrista de los Yeah Yeah Yeahs (Nick Zinner), el multinstrumentista Sean Antanaitis (del grupo estadounidense Celebration), y un tal David Bowie (de él me olvidaba líneas arriba) que la ayuda con las voces en un par de canciones. Además, Dave Sitek, guitarrista de TV on the Radio, produce el disco y escribió con Johansson el único tema original de la producción, Song for Jo.
Se anuncia que Anywhere I Lay My Head estará formado por una decena de canciones provenientes de diversos álbumes de la mutante trayectoria de Waits, desde Small Change (1976) y Rain Dogs (1985); hasta Alice (2002) y el disco triple Orphans (el mejor disco del 2006 para RAN-KING). Imborrables temas como I Don't Want to Grow Up, Who Are You? y Town with No Cheer serán extraídos de la voz volcánica del gigante Tom para renacer en la nueva electricidad que propone la venus Scarlett.
¿Que cómo canta la niña? Pues aquí un adelanto del disco, el video de Falling Down (Bowie en el coro), y el recordado karaoke de la película Lost In Translation, donde interpreta la clásica y bella Brass In Pocket de The Pretenders.
¿Es para emocionarse?


Video de Falling Down


Brass in Pocket, escena de Lost In Translation

jueves, abril 03, 2008

Los 7 mejores discos del 2007: tercer lugar

The Hives - The Black And White Album

En febrero pasaron por México...

It Won't Be Long en vivo en Guadalajara

Los 7 mejores discos del 2007: cuarto lugar

Bruce Springsteen - Magic

Un hombre cae en un hoyo negro luego de una explosión que derrumba los Estados Unidos. En su desesperación, busca alguna señal de vida, quiere comunicarse con alguien, quiere sentir algún ritmo en medio del caos. Ese hombre puede ser alguno de nosotros, pero no es cualquiera, es Bruce Springsteen.
En Radio Nowhere, la canción que abre su nuevo disco, Magic, 'The Boss' (a sus 58 años) vuelve a tomar las riendas de su grupo, The E Street Band, y lo conduce a pie firme por el mismísimo apocalipsis. “This is Radio Nowhere, is there anybody alive out there?”, corea bajo una nebulosa lluvia eléctrica.

La situación no es una alegoría futurista, es un destemplado grito de auxilio contemporáneo que puede venir del pasado o del futuro. Es que Bruce ve a su amado país caerse a pedazos bajo el gobierno de George Bush y no puede quedarse callado. Sigue encabezado la lucha.

LA VISIÓN DEL JEFE/LA ENERGÍA DE SIEMPRE
“Yo no quería un disco explícitamente anti Bush. Ya ha sido hecho y no es lo que la gente realmente necesita en este momento. La escritura tiene que ser multidireccional… para tener vida”, explicó el jefe Springsteen al jefe de redacción de la Rolling Stone hace unos meses. En esa línea de reflexión, Magic resulta un disco fascinante, rico en metáforas, imágenes, y no es del todo político. Es otra joya que habla del ser humano y de sus relaciones (I’ll Work For Your Love), de las distintas etapas de la vida (Girls In Their Summer Clothes), de la muerte y el vacío que produce (Gypsy Biker); del compañerismo, del cariño y su melancólico desenlace (Terry’s Song, un folk lento incluido a último momento y dedicado a su asistente de toda la vida, Terry Magovern, que falleció en julio pasado). No es pesimista, pero nostálgico. Es energía pura, como siempre.

Lo político está en canciones como Living In The Future, que tiene el pulso pop de temas como Glory Days; y la vibrante y claramente antibélica Last To Die (“Who’ll be the last to die for a mistake… whose blood will spill, whose heart will break… The wise men were all fools, what to do"). Ambas son parte de esa emotiva marca registrada de 'The Boss', que, para alegría de todos, sigue utilizando.
Magic (la canción diferente del disco y, no obstante, la que le da nombre) está tocada en tonos bajos y guitarra acústica. Es una canción de una brillantez que embruja y cuya letra puede interpretarse como una metáfora sobre los engaños que el gobierno republicano utiliza para controlar a la sociedad. Nada es lo que parece. La reproducción de una parte de la letra es una obligación: “I got a shiny saw blade. All I needs’ a volunteer. I ‘ll cut you in half while you’re smiling ear to ear. And the freedom that you sought’s, driftin’ like a ghost amongst the tress. This is what will be”. Este tema, Radio Nowhere y Long Walk Home son, sin duda, de lo mejor de su larga carrera.
En suma, comparándolo con los últimos trabajos del jefe, Magic se asemeja a The Rising (2002, ganador del Grammy como mejor álbum rock en el 2003), pero lo supera. El trabajo del productor, Brendan O’Brien, ha sido fundamental para la recuperación de Springsteen al primer plano del mundo musical. Con él, Bruce suena moderno y al mismo tiempo revalida la esencia sonora de sus mejores discos, como Born To Run y Born In The U.S.A.
Tranquilos, el jefe está de vuelta.

Lista de canciones
1. Radio Nowhere
2. You'll Be Comin' Down
3. Livin' in the Future
4. Your Own Worst Enemy
5. Gypsy Biker
6. Girls in Their Summer Clothes
7. I'll Work for Your Love
8. Magic
9. Last to Die
10. Long Walk Home
11. Devil's Arcade
12. Terry's Song



Radio Nowhere en vivo (Estocolmo, 2007)


Video de Girls In Their Summer Clothes


Video de Long Walk Home

lunes, marzo 24, 2008

Bob Dylan y su banda: Sábado 15 de marzo del 2008, Estadio de Vélez Sarsfield, Buenos Aires, Argentina

INTRODUCCIÓN
Estoy convencido de que el ser humano es feliz siempre y cuando intente cumplir sus sueños. Me corrijo: siempre y cuando cumpla sus sueños. Porque los sueños son el espacio más intenso y personal, son mejor que la vida, y emprender su copia real en el mundo cotidiano es determinante para conseguir satisfacción, esa sensación que casi siempre es poco extensa y caprichosamente volátil.
Bueno pues, a mediados de enero de este año me enteré que Bob Dylan iba a dar un concierto en Buenos Aires. Inmediatamente llamé a una serie de personas que lamentablemente me confirmaron que Dylan no pisaría suelo peruano en su gira latinoamericana, que empezaba en México y terminaba en Uruguay (¿Qué pasó acá, no que ahora, que bajaron los impuestos, iban a traer a los mejores? En fin).
Así que no me quedaba otra que sacrificar parte de mis ahorros y hacer todo lo posible para verlo. Era ahora o nunca.


En un emprendimiento insólito para mi clásica dejadez de mediano plazo, me vi de pronto en la cancha del estadio de Vélez Sarsfield, el 15 de marzo del 2008, a las 9:10 p.m. a pocos metros del escenario en el que en veinte minutos estaría Bob y su banda, solo pero entre 18 mil personas, pidiéndole a un cusqueño (que, con su esposa, había viajado tanto como yo para ver al genio de estadounidense), que me tomara una fotografía de espaldas al escenario (caleta, pues los de seguridad no lo permitían).
Pocos minutos antes había cantado León Gieco, haciendo gala de su gran voz, aunque anticuado, como toda la vida, al estilo del Dylan de hace millones de años. Mejoró la cosa cuando lo acompañaron Charly García y Gustavo Santaolalla. El flaco dijo “Todo por Bobby” antes de una simpática versión de El Fantasma de Canterville.
Luego de que el cusqueño, que se sentaba atrás, me dijera que Ian Paice era mejor baterista que John Bonham y que todos los limeños éramos unas gallinas, “sobre todo los que trabajan en El Comercio”, me largué con el tumulto que burló a los 911 y aproveché los espacios libres más cercanos al escenario. Cuando el seguridad me gritó “¡Señor!” para detenerme, yo ya había corrido y estaba escuchando Rainy Day Women #12 & 35 a pocos metros del más grande compositor de la música popular de todos los tiempos.
Adelante, tampoco permitieron tomar fotos, pero eso era lo de menos, la magia que presenciamos no era de este mundo, o mejor, era tan de este maravilloso mundo que conmocionaba hasta la médula.

EL DYLAN DEL SIGLO XXI, EL DYLAN DE SIEMPRE
El sueño de Robert Zimmerman (24 de mayo de 1941, Duluth, Minnesota) fue ser una estrella de rock and roll y para eso tuvo que mentir, robar y reinventarse a lo largo de casi 50 años de carrera. Fue Woody Guthrie, Robert Johnson, Pete Seeger, Hank Williams; pero ahora Dylan es superior a todos y, transformado nuevamente, se encuentra en unos de los mejores momentos de su carrera.


La nueva ‘dylanmanía’ empezó en el 2005 con el estreno del documental No Direction Home, dirigido por Martin Scorsese y que trata sobre la vida del cantante hasta que alcanzara fama mundial. Al año siguiente, el compositor sacó Modern Times, su último disco, que fue, con justicia, elegido por la crítica como el mejor del año (Lo mismo ha ocurrido con los dos álbumes que lo precedieron: Love And Theft del 2001 y Time Out Of Mind de 1997).
Como si esto fuera poco, el año pasado el director Todd Haynes expuso I’m Not There, una película que está inspirada en las distintas etapas de la vida de Dylan y que causó revuelo mundial por la caracterización que hizo Cate Blanchett del Bob de la etapa de Highway 61 Revisited. Esto le valió un Globo de Oro y una nominación al Oscar.
Además, el parco Bobby sigue siendo noticia por sus cómicas extravagancias. A fines de febrero, al llegar a México, visitó un gimnasio de boxeo para tirar algunos ganchos; y antes de su última presentación en Latinoamérica, en Punta del Este, dio un paseo en bicicleta vestido de mujer.
Está claro que a sus 66, Dylan sigue siendo el mejor del Mundo. En la historia es probable que los Beatles lo superen; pero los cuatro juntos, porque separados no le llegan a Bob ni a la rodilla.

LA NOCHE DE LOS SUEÑOS
En el lúcido prefacio de El Retrato de Dorian Gray, Oscar Wilde afirma que “Revelar el arte y ocultar al artista es la meta del arte”. Más allá de su timidez, el hermetismo de Bob Dylan sobre el escenario responde a esto. Además, la forma en que destruye y vuelve a construir sus canciones obliga al espectador a permanecer callado, hipnotizado, a escuchar reprimiendo las típicas ganas de cantar las conocidas letras que el maestro destroza con cambios melódicos, tonos de voz, y cortes imprevistos.


A las 9:30 p.m. apareció junto con el resto de su fabulosa banda de rock and roll (según Bob, la mejor que ha tenido), todos con sombrero y traje: Tony Garnier en el bajo, George Recile en la batería, Denny Freeman en la primera guitarra, Stu Kimbal en la rítmica y Donnie Herron en la pedal steel. Dylan se calzó la Fender Stratocaster y empezó con tres clásicos que abrigaron el leve frío de la noche: Rainy Day Women #12 & 35, Lay, Lady, Lay y Watching The River Flow.
Todavía era demasiado pronto para asimilar que el concierto había empezado y que Bob estaba a pocos metros improvisando algunas progresiones de blues con la guitarra.
Como en todos sus conciertos del 2008, para la cuarta canción dejó las seis cuerdas y se paró frente a las teclas. Garnier tomó el contrabajo y marcharon juntos, comandando una versión de miedo de la inmortal Masters Of War que puso los pelos de punta. Fue la primera apoteosis de la noche.
Todo es arte en movimiento. Nada es igual, todo es distinto y nuevo. Con su voz metálica, grave y gangosa, hizo una vivisección de sus palabras. No tuvo un papel con las letras frente a sus ojos. Si no recordaba, improvisaba. Cantaba y podaba oraciones. A veces cortaba como el diamante en el vidrio. O lento como con un bisturí en una cirugía cerebral. O rápido, con un cuchillo dentado. A veces arrastraba por el piso frases increíbles y terminaba desgarrandoles el brazo.
Un total de cinco fueron los temas del Modern Times que incluyó Dylan en el set list del José Amalfitani. El primero de ellos fue The Levee’s Gonna Break, una revisión del clásico blues de la década de los 20 de Kansas Joe McCoy y Memphis Minnie (también la grabó Led Zeppelin en su legendario cuarto álbum de 1971). Herron demostraba su versatilidad en una mandolina eléctrica mientras Bob parecía pasarla bien; parecía que sonreía y movía los hombros con el ritmo acelerado que emprendían Garnier y Recile. Eso fue lo más cercano a la euforia que estuvo un Dylan que interpreta lo que quiere de su interminable catálogo, pero nada es igual, todo es nuevo y sorpresivo, incluso para sus músicos. Cuando finalizaba una, el sexagenario aprovechaba los aplausos para informar al resto de la banda cuál venía.
Luego Dylan tomó la armónica para la suave y emotiva Spirit On The Water. El pedal steel y el genial punteo de Freeman provocaron uno de los mejores momentos del concierto, que continúo arriba con una versión sensacional de la canción de la película Wonder Boys (con la que Bob ganó el Oscar en el 2000), Things Have Changed, con Herron en el violín.
La música es interpretación y Dylan es un mago que juega con las melodías y sabe las posibilidades de unas cuerdas vocales que ya tienen más de 60 años pero que todavía pueden ponerle la carne de gallina a un estadio (casi) lleno.
El monstruo del fraseo no dice nada entre canciones (solo presentó a sus músicos), pero lo dice todo en ellas; como en las versiones que siguieron de Workingman’s Blues #2 y Just Like A Woman. Otro momento extraordinario, con Kimbal en la guitarra acústica, trayendo desde 1966 el conmovedor arpegio inicial.
Fue todo un placer observar el galopante talento de Recile en Honest With Me, tema principal de Love And Theft. El baterista hizo gala de su envidiable muñeca a lo largo de todo el concierto, extraordinario con los platillos, el sonido y el control de los volúmenes (lo único que perturbó por momentos fue un problema en el micrófono de la tarola).
En el recital que nunca decayó, When The Deal Goes Down provocó lágrimas de emoción con frases como “Tomorrow keeps turning around, we live and we die, we know not why, but I'll be with you when the deal goes down”. Garnier tocó el contrabajo con arco y el punteo de Freeman motivó una ovación inesperada.


La banda volvió al blues con una versión de Highway 61 Revisited que tuvo como clímax el contrapunto de guitarras que tejieron Kimbal y Freeman; y después el gentío siguió con las palmas el lento Nettie Moore, una de las más sorprendentes canciones de Dylan de los últimos tiempos. El coro, que sube desde una estrofa sutil, fue otra invitación a la emoción más sublime, otro momento inigualable.“I loved you then and ever shall, but there's no one here that's left to tell. The world has gone black before my eyes”, cantó Dylan con voz vibrante y dramática.
Summer Days, de Love And Theft, marcó otra ruptura. Fue el momento más divertido del concierto (los de la banda rieron cuando a Recile se le cayó una baqueta de las manos) y, a la postre, un perfecto paso previo a Like A Rolling Stone, que, como era de esperarse, hizo mover todo el estadio.

REGRESO X 3
Regresó de un breve paso por los camerinos y todos contuvimos la respiración al ver la entrada de un personaje de sombrero que ahora parecía poseer la personalidad de un ser superior, o de un brujo. Entré en shock cuando escuché las primeras palabras de Stuck Inside of Mobile with the Memphis Blues Again (“The ragman draws circles, up and down the block”), porque es mi canción favorita de Dylan en los últimos meses.
Me moví como chancho y luego me arrodillé ante una versión inigualable de All Along The Watchtower, solo similar al cover de Jimi Hendrix. Mientras Freeman reproducía con virtuosa lentitud el riff de Hendrix y Recile levantaba la marcha luego de cada estrofa con estruendosos redobles, cayó un telón que cubrió la parte trasera del sobrio escenario negro con la figura de un ojo enorme en llamas. El mago de Dylan hizo una vez más, de la simpleza, un sismo.
Parecía que se iba definitivamente, pero tras saludar al público (jamás se inclinó) volvió y terminó de transformar nuestras mentes. Admito que nunca me gustó Blowin’ In The Wind, pero jamás olvidaré que la revisión que hizo cerca de las 11:30 p.m. de aquel sábado 15 de marzo me hizo llorar. Fue una balada rock más rica en armonía y timbres. En el coro, Bob subió un poco el tono, pero fue suficiente para dejarnos gritando gracias, aplaudiendo como niños y temblando como viejos.
Cumplí un sueño. Soy feliz.
















Set list:
1. Rainy Day Women #12 & 35 (de Blonde on Blonde, 1966)
2. Lay, Lady, Lay (de Nashville Skyline, 1969)
3. Watching The River Flow (de Bob Dylan's Greatest Hits, Vol. 2, 1971)
4. Masters Of War (de The Freewheelin' Bob Dylan, 1963)
5. The Levee's Gonna Break (de Modern Times, 2006)
6. Spirit On The Water (de Modern Times, 2006)
7. Things Have Changed (del soundtrack de la película Wonder Boys, 2000)
8. Workingman's Blues #2 (de Modern Times, 2006)
9. Just Like A Woman (de Blonde On Blonde, 1966)
10. Honest With Me (de Love And Theft, 2001)
11. When The Deal Goes Down (de Modern Times, 2006)
12. Highway 61 Revisited (de Highway 61 Revisited, 1965)
13. Nettie Moore (de Modern Times, 2006)
14. Summer Days (de Love And Theft, 2001)
15. Like A Rolling Stone (de Highway 61 Revisited, 1965)
Bises
16. Stuck Inside Of Mobile With The Memphis Blues Again (de Blonde On Blonde, 1966)
17. All Along The Watchtower (de John Wesley Harding, 1967)
18. Blowin' In The Wind (de The Freewheelin' Bob Dylan, 1963)



Inicio: Rainy Day Women #12 & 35 y Lay, Lady, Lay


Masters Of War


Just Like A Woman


Presentación de banda y All Along The Watchtower


Blowin' In The Wind

miércoles, febrero 27, 2008

Estruendo púrpura: miércoles 20 de febrero del 2008, Estadio Nacional

A las 9:15 p.m. del miércoles 20 de febrero se celebraba en el espacio el último eclipse de luna de la década. Unas 7 mil personas permanecíamos en la zona norte del Estadio Nacional mientras el acontecimiento astronómico ocurría por encima de nuestras cabezas. Sin embargo el cielo estaba cerrado y el verdadero espectáculo estaba en tierra firme: Deep Purple, la legendaria banda inglesa, remecía el suelo limeño con incandescentes estruendos que quedarán marcados en nuestras memorias y, particularmente, en el tímpano de mi oído izquierdo (sigo sordo).


El primer redoble de Ian Paice en el inicio de Pictures of Home prometía una noche arrasadora, como aquella registrada en Made In Japan (1973), el álbum más representativo de la banda y uno de los mejores discos en vivo de la historia del rock and roll. La promesa se cumplió a cada minuto, a cada crujido metálico generado por el bajo del carismático Roger Glover, a cada arranque de la sorprendente voz de Ian Gillan, un tío que, a sus 62 años, continúa llegando a alturas inesperadas.
El trío, protagonista de la legendaria formación de la banda de 1972 a 1973 (junto con Jon Lord y Ritchie Blackmore), aquella que creo el fabuloso Machine Head (en mi opinión y siendo sincero, el resto de su material en estudio no es tan extraordinario), estuvo muy por encima de los otros dos integrantes de este Deep Purple versión siglo XXI.
Steve Morse (guitarra) hizo gala de una destreza instrumental indiscutible pero, durante muchos pasajes, carente de corazón. Acusó también exageraciones tímbricas y velocidades fuera de lugar, que, más que un aporte fueron un elemento que despistaba y deformaba el desarrollo de las canciones (es decir, cayó los típicos excesos del ‘guitar hero’ metalero). El ex guitarrista de Dixie Dregs y Kansas (sí, los de Dust In The Wind), no es, pues, Blackmore, el gran ausente de la noche, peleado con sus ex compañeros desde hace varios años.


Destaco, sin embargo, el buen humor de Morse, que entró en armonía con el resto del grupo (cinco señores que se la pasaron riéndose sobre el escenario), y su solidez rítmica. Para la sonrisa, apenas, fue el solo de guitarra en el que incluyó extractos de You Really Got Me de Kinks, Sweet Home Alabama de Lynyrd Skynyrd, Sweet Child O’Mine de Guns N’ Roses y Crazy Train de Ozzy Osbourne.
Don Airey (teclados), no se quedó atrás y emprendió un patero Cóndor Pasa y la ejecución alucinada de la suite de Star Wars. El trabajo de Airey fue correcto.
El resto del concierto se caracterizó por el estruendo colectivo de un público que cuantitativamente fue más sincero y alegre que el que acudió a ver a Roger Waters y Soda Stereo. Esto se dio seguramente porque asistieron verdaderos hinchas de la banda fundada en Hertfordshire. Headbangers por naturaleza.


Antes de que el quinteto emprendiera el sagrado trabajo de ejecutar la progresión fundamental del hard rock, aquella que está compuesta por cuatro notas (y sus quintas) tocadas en 12 golpes (me refiero, claro está, a la esperadísima Smoke On The Water); la banda inglesa supo construir un set list de lujo que abarcó gran parte de sus 40 años de carrera. Thigs I Never Said, Rapture Of The Deep, Kiss Tomorrow Goodbye (los únicos tres temas que tocaron de su último disco), y The Battle Rages On (del CD homónimo de 1993), fueron buenas acompañantes de clásicos menores como Into The Fire (de In Rock, 1970), Mary Long (de Who Do We Think We Are, 1973), y la sensacionalmente desinhibida Strange Kind Of Woman (1971).
Luego Machine Head desbarató nuestras cabezas. Lazy, la adictiva Space Truckin’, la célebre Highway Star (todas del legendario álbum de 1972), y Perfect Strangers (1984), formaron la mejor parte de la noche.
Llegó Smoke On The Water, tras una intro en la que Morse tocó la melodía de You've Got To Hide Your Love Away (coreada por el público conocedor de la obra de los Beatles), y se desató el furor en la zona norte del Nacional. Cuando uno cantaba "Smoke on the water, fire in the sky", no podía escuchar su propia voz, solo el estrépito de un gentío entregado a la música, al ritmo funky de este clásico de clásicos del rock mundial.
Hush (el hit del debut de 1968) y otro riff inolvidable, Black Night, fueron la cereza (púrpura) de la noche de eclipse en la que Deep Purple pisó tierra peruana, tapó el cielo y descosió nuestros oídos por dos horas enteras.


Set list:
1. Pictures Of Home
2. Things I Never Said
3. Into The Fire
4. Strange Kind Of Woman
5. Rapture Of The Deep
6. Mary Long
7. Kiss Tomorrow Goodbye
8. Solo de guitarra
9. The Battle Rages On
10. Lazy
11. Solo de teclados
12. Perfect Strangers
13. Space Truckin’
14. Highway Star
15. Smoke On The Water
Bises
16. Hush
17. Black Night

Parte de Space Truckin'


Fotos y video: Julio Pérez Luna (una lástima que el video del inicio del concierto no pudo cargar debido a su peso excesivo).

¡MUY PRONTO! Los 7 mejores discos del 2007: cuarto lugar (lo juro)

lunes, febrero 11, 2008

Los 7 mejores discos del 2007: quinto lugar

Neil Young - Chrome Dreams II

Hace 20, 30, 40 años, el pirata no era el mismo. Su aporte a la industria musical era más romántico y, por supuesto, más trabajoso. No se limitaba a copiar un disco ajeno en la computadora, fotocopiar la carátula, escribir mal los nombres de las canciones y colocar algunos grandes éxitos como bonus al final del CD. Antes, el pirata era una especie de arqueólogo musical que se las arreglaba para descubrir cintas inéditas de los artistas más importantes y colocarlas en vinilo con el objetivo de complacer (y vender, claro está) a los fanáticos más exigentes. Elaboraron carátulas nuevas (algunas geniales) y consignaron nuevos títulos a discos no oficiales que, incluso, ayudaron a mitificar a los grupos del momento.


Algunos ejemplos: 1) Los piratas encontraron y publicaron las grabaciones de Bob Dylan y The Band en el legendario sótano de Big Pink (Woodstock, 1967). Luego Columbia no tuvo otra que publicar 24 de esas canciones en 1975 bajo el nombre de The Basement Tapes, considerado por muchos uno de los mejores discos de la historia. 2) Todo lo que salió en los seis discos de la Antología de The Beatles (y mucho más) ya había sido editado en centenares de bootlegs y, por lo tanto, escuchado 20 años antes por miles de personas. 3) Tal vez los mejores y más vibrantes registros en vivo hayan visto la luz primero como piratas. El clásico Destroyer de Led Zeppelin, resonante registro de un concierto de la banda en Cleveland, en abril de 1977 (y que sigue inédito como disco oficial), es un caso notorio.


DE PIRATA A ORIGINAL, PASADO Y PRESENTE
Chrome Dreams es uno de esos discos pirata, tan difundido entre los amantes de la música que muchos lo toman como parte de la discografía legal de Neil Young. Salió en 1976 y recopila grabaciones que el canadiense realizó antes de su American Stars ‘N Bars (1977). Incluye una versión distinta del clásico Like a Hurricane y canciones que luego se editaron, como Pocahontas y Hold Back The Tears.
Bueno, en el 2007 Neil siguió con la buena costumbre de sorprender al público y (con ironía, claro está) llamó a su nuevo disco Chrome Dreams II. El título no sólo es una forma de aceptar y reconciliarse con el pasado no oficial (sin haberse peleado con nadie, por supuesto), sino que es perfecto para enmarcar un grupo de canciones que fueron compuestas en distintas épocas pero grabadas hace solo unos meses.
Más claro: si el primer Chrome Dreams de vinilo agrupó sin permiso las primeras versiones de canciones que luego fueron editadas en otros discos, el segundo, de CD, es la publicación oficial y definitiva de algunos temas que solo se conocían por presentaciones en vivo y, obviamente, versiones piratas.

Sin embargo, lo más interesante de todo es que Chrome Dreams II es un completo repaso, de forma y sonido, de la carrera de Young. El disco se aleja del monumental Living With War (2006, un homogéneo pelotón de himnos rock hechos para gritárselos a Bush en la cara) para adquirir la apariencia de un Greatest Hits.
Aprovechando los distintos tipos de canciones que tenía a la mano, Neil ha querido (y logrado) conseguir una antología heterogénea, que estimula la evocación de sus discos más memorables.
Veamos. El disco abre con Beautiful Bluebird, un sencillo y bello tema acústico que nos transporta a la época de Harvest (1972), pero cuya creación data de la década de los ochenta. Boxcar también es ochentera de composición, pero posee el alma de los delirios acústicos de mitad de los setenta del canadiense.
Ordinary People, la canción del año para RAN-KING, fue creada en la época de Rockin’ In The Free World (1989), y sus 18 minutos de duración nos recuerdan que estamos frente a un endemoniado letrista y guitarrista eléctrico. Young dice "It’s hard to say where a man goes wrong, might be here and it might be there… but it’s hard to judge from an angry throng of hands stretched up in the air", y luego arremete con uno de esos punteos a los que nos tiene acostumbrados, tan heterodoxo como seminal.
No todas las canciones de Chrome Dreams II son descartes antiguos, y sin embargo nos siguen llevando de forma imaginaria al pasado del cantante. La rítmica The Believer parece sacada de On The Beach (1974), Spirit Road de Rust Never Sleeps (1979), y No Hidden Path de Ragged Glory (1990).
Dirty Old Man es un rock electrificado y frenético, cuyo título está claramente relacionado con uno de los temas más importantes de la carrera de Young, la acustica Old Man. Si en el clásico de 1972, Neil, en sus veintitantos, le decía a un anciano lo mucho que se parecían sus vidas, esta vez el protagonista de la canción, un viejo alcohólico y despreciable, se burla de sí mismo: "Yeah, I’m Gonna get fired for drinkin’ on the job. Got caught with the boss’s wife in the parking lot".
Una significativa mención merecen las sensacionales Shining Light y The Way, dos hermosas baladas valseadas, cuyos ritmos a ¾ llegan a ser hipnóticos. Ambas parecen resumir y explicar el alma del disco y su espíritu dicotómico, el pasado y el presente. En la primera, el cantante no sabe hacia dónde está yendo, mientras que en la segunda, acompañado por un coro de niños, afirma conocer cómo conducirte adonde perteneces. Se cierra el círculo.
Es Neil, por supuesto que sabe.

Lista de canciones
1. Beautiful Bluebird
2. Boxcar
3. Ordinary People
4. Shining Light
5. The Believer
6. Spirit Road
7. Dirty Old Man
8. Ever After
9. No Hidden Path
10. The Way


Escucha el pirata Chrome Dreams de 1976 en la playa de neil

Videos del canal oficial de Neil Young en YouTube


Dirty Old Man


Spirit Road


The Believer


The Way