lunes, junio 19, 2006

BAJO EL CIELO DE UN VERANO ITALIANO, “Il mondo in una giostra di colori”


NO ERA INVIERNO

El sol brillaba todos los días, como el logo de D’onofrio. Era un verano interminable y alegre como pocos, en un sucio barrio de San Miguel que por única vez no apestaba a barro con pichi de gato. Ahora un rico viento tropical corría coloreando las fachadas de los callejones. Al menos eso es lo que creo que recuerdo. En el mundo era junio, en Lima estábamos entre otoño e invierno, pero el calor mediterráneo que hacía en Italia parecía contagiarnos acá, en nuestra rutinaria tristeza, y convertía el llanto que aguantábamos en la punta de los ojos en una festiva emoción.

PRIMAVERA

Antes de que empezara el Mundial de Italia 90, yo apenas había tenido un par de acercamientos con el fútbol. De México 86 (yo tenía casi 6 años) no vi ningún partido y solo conocía a “Pique”, la mascota, porque estaba impresa en las bolsas de Monterrey. También sabía que un argentino chato había metido un gol con la mano, lo cual me complicó más el asunto ¿acaso a nadie se le había ocurrido antes? Qué tontería, mejor sigo viendo He-Man.

Poco tiempo después, un avión cayó en el mar de Ventanilla y murieron todos los jugadores de Alianza. Mi hermano era hincha a muerte del equipo de La Victoria y por eso yo también me hice simpatizante de Alianza, aunque jamás me preocupé por saber cómo había quedado el equipo de mis amores (de los de mi hermano, en realidad), ni vi ningún partido ni festejé un solo gol blanquiazul.

En honor a los caídos elaboré con plumones, crayolas y lapicero, varias copias de un emotivo dibujo, que, entre otras cosas, tenía jeroglíficas figuras de jugadores pintados con plumón negro y un avión en llamas. Una flecha compuesta por tres líneas indicaba que el piloto era de la “u” (a partir de ahí comencé a alimentar el fuerte odio que le tengo al equipo que representa las peores costumbres sociales del Perú, pero bueno, me estoy desviando del tema).

VERANO

Fue a partir de Italia 90 que me convertí en un apasionado del fútbol. No sé qué bicho me picó, pero en pocas semanas ya me sabía TODO sobre el mundial: las sedes, los jugadores, en qué clubes estaban, las reglas del juego, historia de los campeonatos anteriores, etc. Paporreteaba mejor que autista y, dicho sea de paso, no analizaba mal. Era una fiebre dulce.

Mientras leía la parte deportiva del diario o “El Gráfico” que me pasaba mi hermano, escuchaba la radio. O prendía la de la casa o alguien encendía la suya en plena calle y a buen volumen. Entonces salía al jardín, me apoyaba en la diminuta y crujiente puerta de madera y leía, observaba con orgullo mi álbum (tenía la figurita de Bebeto, la más tranca de conseguir), luego levantaba la vista y mis ojos generaban decenas de colores por el sol que brillaba sin parar. No hacía un calor muy fuerte, el suave viento creaba un tiempo ideal.




Respiraba fuerte, el asma que vivía en mi garganta parecía extinguido y celebraba la satisfacción trepándome en la puertita (que hasta hacía poco me sobrepasaba la cabeza) para mirar hacia el mar que no se veía, a pesar de que no había nada entre los dos y que estaba a tres cuadras, pero que se respiraba. Miraba hacia el otro lado y observaba cómo brillo solar chocaba en la acera, en la pista. Un paraíso de cemento.

Me gustaban los colores de Brasil, las alucinantes camisetas de Holanda, que llevaban en el pecho mis ídolos Gullit, Van Basten y Rijkaard (si alguien tiene una, se la compro). También la lejana toma de la televisión que nos permitía ver cómo los equipos se paraban en la cancha, el reloj de las transmisiones que era una línea punteada vertical al lado derecho de la pantalla, los estadios y maravillosos lugares que hacían de Italia un país inigualable, las chicas brasileñas “danzandu lambada” en la fachada del San Siro, en fin…

El capo Ruud Gullit y la camiseta pedida

En mi calle también se escuchaba Lambada, el “Coco-loco” y sobre todo el fabuloso mix “Disco Samba” de los Two Men Sound. La alegría era brasileña, no había duda, solo Maradona la pudo borrar, con un pase al maricón de Caniggia. Tanta algarabía, la fiesta eterna que me había hecho olvidar del asma se había acabado. Gracias Diego huevón, yo sabía que eras un idiota antes de que todo el mundo se diera cuenta: qué es eso de meter un gol con la mano, pendejo. Y después te das el lujo de, jugando mal y con un equipo de mierda, eliminar a Brasil y llegar a la final.

Bueno, tranquilidad. No me quedó otra que hacerme hincha de Camerún y de su estrella Roger Milla. Lamentablemente el partido que más recuerdo es el que los “leones indomables” jugaron contra Inglaterra por cuartos de final. Después de la derrota ante los británicos (en un partidazo), Italia 90 terminó para mí. No vi más. Volví a los dibujos animados, ya no daban He-Man, pero no importaba, los Thundercats eran de la puta madre.

Los ingleses vencen a Camerún, el último partido que ví.


OTOÑO

A la distancia y siendo frío, Italia 90 puede ser el peor mundial de los últimos 40 años, pocos goles, se jugó feo, Holanda pasó sin pena ni gloria, en realidad su camiseta era bastante huachafa, Van Basten no metió ningún gol, Brasil jugó su peor mundial después del de 1966, Bebeto no jugó, Argentina era una porquería y le fue bien, Italia comenzó a volverse un equipo amarrete y ganaba con las justas gracias a un jugador oportunista y mediocre como el “Toto” Schillaci. En fin, un mundial aburrido y que, para colmo, ganó Alemania. Qué fiasco.

Pero siendo completamente subjetivo, desde el 94 los mundiales son una gran frustración para mí, porque cada vez que empieza uno quiero que sea como el de Italia 90, y eso es imposible. La melancolía me invade y la añoranza es eterna. Por eso de vez en cuando escucho “Disco Samba” y regreso a mi álbum roto y polvoriento.

VERANO OTRA VEZ

Hace unos meses Romi me hizo recordar la canción de aquel mundial y luego la escuché en un comercial sobre la selección argentina de CTI Móvil. Una flecha me electrificó el corazón, la había olvidado por completo.

Ahora que la he conseguido, la escucho todo el tiempo y, aunque miro al cielo y todo está nublado de frío, he sentido aquella emoción otra vez. ¿Ven? Una canción puede hacer milagros. Mi música para este mundial no es ese falso “oé-oé-oé” del 2006 (que no es más que un intento de volver al “alé-alé” que cantaba el baboso de Ricky Martin en Francia 98), es “Un’ Estate Italiana” (un verano italiano), interpretada por Gianna Nannini y Edoardo Bennato. ¡Qué emoción! ¡Forzzzzza Italia este 2006!

SOUDTRACK DEL POST

Gianna Nannini y Edoardo Bennato - Un´ Estate Italiana

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lunes, junio 12, 2006

prueba carl perkins

Estoy probando esta vaina de poner música en el blog. Va dedicada a los pocos que han escuchado la versión de los Turbopótamos (si pues, no era nuestra).

CARL PERKINS - Right String Baby

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martes, junio 06, 2006

LOS BUENOS TIEMPOS, La década del 50 o la prueba de que "todo lo pasado fue mejor"


UNO

Cuando éramos niños éramos mejores por muchas razones, pero principalmente porque estábamos más cerca de nosotros mismos que en cualquier otro momento de nuestra vida. Le decíamos a la tía que era fea en su cara, no por malos, sino porque éramos sinceros. Conforme vamos creciendo nos vamos corrompiendo y podemos convertirnos en lo que por esencia no somos. Tenemos miedos sociales, represiones absurdas, poses y objetivos impuestos que trascienden nuestra auténtica personalidad.

Y no es que no me gusten las evoluciones, o el resultado de las mismas, o la admirable madurez. Al contrario, gracias a la práctica inconsciente de dicha acción (evolucionar), tenemos la suerte (yendo al grano) de poder escuchar música magnífica. Pero lo fresco, lo nuevo, la idea original puesta en físico, el primer proyecto, el diamante en bruto, el aire fresco, la revolución explosiva, la subversión artística, lo primero, siempre tendrá un encanto incomparable, único, como la niñez.

Por supuesto que nada empieza de cero, que para llegar a uno (1) se necesita evolucionar. Pero llegar a 1 siendo original, nuevo y a la vez trascendente, es sin duda una genialidad, espontánea y casi un milagro.

Por eso, el placer que me provoca escuchar esas canciones que empezaron sin miedo lo que llamamos (sin conocer del todo, aún, sus fronteras) rock and roll, es inigualable… y la sonrisa es eterna.


1954

El 1 de marzo de 1954 el gobierno de Estados Unidos, encabezado entonces por D.D. Eisenhower, hizo estallar la primera Bomba de Hidrógeno en el atolón de las Islas Marshall, en Oceanía. La temperatura en el lugar de la explosión llegó a más de 15 millones de grados (o sea más o menitos igual al bochorno que podríamos sentir en el centro del sol). Pocos meses después y varias islas menos, una explosión de menor gravedad ecológica, pero mayor en trascendencia histórico-social, se llevó a cabo en la tierra de las "Big Mac". A las 9:30 p.m. del 3 de junio, la estación de radio WMPS de Memphis emitió una canción grabada por un joven de 19 años llamado Elvis Aaron Presley. El título era "That’s All Right, Mama", un tema que ya había tenido cierta popularidad años atrás con la voz de un cantante negro que hacía lo que podía bajo la "chapa" de Big Boy. Apenas acabó el tema, el telefonista de la emisora se cansó de recibir llamadas de gente obsesionada con volver a escuchar el disco de 78 revoluciones. A los programadores no les quedó otra que pasar 30 veces la canción durante las 24 horas siguientes.
Como conocemos, Elvis se convirtió en estrella mundial, personaje público Nº 1 y a la fecha es el intérprete que más discos ha vendido en todo el mundo (se estima que son poco menos de 600 millones).

¿A qué se debe este fenómeno? Definitivamente, podemos decir que con "That’s All Right…" los jóvenes de la época se sintieron identificados, que la temblorosa voz de Presley conmocionó a miles de personas, pero creo que lo más importante, como siempre, fue lo más simple. Elvis y los músicos que se juntaron para tan importante sesión en los míticos estudios Sun, simplemente aceleraron un blues lento y lo amalgamaron con la forma del country. El resultado, un plato nunca antes cocinado ni, por supuesto, degustado: "Rockabilly" o "Country rock"… a la mierda, simplemente "Rock and roll".

FOTO: EL COMERCIO/AP
Sin embargo, el Rock and roll, en el mismo año que comenzó su larga vida, se complicó gracias a otros genios y descubrió en sí mismo su característica especial: no tiene fronteras, es el mejor espacio para las fusiones más extrañas y descabelladas. Por lo tanto, descubrió inmediatamente su calidad de género universal, sin haber salido de la tierra que lo escuchó nacer.

En el mismo año Ray Charles creó una nueva vertiente con la misma semilla grabando "I Got a Woman" y creando el "Soul" al combinar blues, country y gospel. También en el ’54 el blusero Muddy Waters le puso más potencia a su guitarra eléctrica y al grabar "Hoochie Coochie Man" (de Willie Dixon) le marcó el camino a los grupos de los sesenta (como Led Zeppelin, The Who, Cream, etc.) De igual forma, Bill Haley inventó el Rock bailable en menos de dos minutos con su "Rock Around de Clock", y a la postre, dictó una clase que pronto seguirían los grupos de Pop de los setenta (sí, los Beatles incluidos).

A lo que sí no tengo respuesta es a por qué la epidemia del Rock se originó en 1954 y contagió tan rápido, tanto a los genios como a los seguidores. Inmediatamente después aparecieron en escena Chuck Berry, Jerry Lee Lewis, Sam Cooke y otros que interpretaron las canciones más bellas y sorprendentes jamás hechas.

Entonces, los que piensan que Los Beatles comenzaron todo están muy equivocados. Fueron los mejores, los magos, los alquimistas, los que cruzaron todo tipo de fronteras, los que le dieron un nuevo significado al término innovación, etc., pero no fueron los primeros. Retrocede diez años desde "A Hard Day’s Night" (Julio de 1964), escucha, y vas a decir ¡a la mierda los sesenta! Me quedo con los cincuenta, para siempre.

SIÉNTATE Y ESCUCHA
Me atrevo a decir que este podría ser un buen disco recopilatorio, un reflejo de los buenos tiempos. Igual, queda mucho por escuchar.

01. That’s All Right, Mama (Elvis Presley, ’54)

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02. I Got A Woman (Ray Charles, ’54)
03. Hoochie Coochie Man (Muddy Waters, ’54)
04. (We’re Gonna) Rock Around The Clock (Bill Halley and His Comets, ’54)
05. Shake, Rattle & Roll (Big Joe Turner, ‘54)
06. Maybellene (Chuck Berry, ’55)
07. Be-Bop-A-Lula (Gene Vincent, ’56)
08. Hound Dog (Elvis Presley, ’56)

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09. Long Tall Sally (Little Richard, ’56)
10. Blue Suede Shoes (Carl Perkins, ’56)
11. I Wak The Line (Johnny Cash, ’56)
12. Folsom Prison Blues (Johnny Cash, ’56)
13. Blueberry Hill (Fats Domino, ’56)
14. Smoke Stack Lightning (Howlin’ Wolf, ’56)
15. You Send Me (Sam Cooke, ‘57)
16. Great Balls Of Fire (Jerry Lee Lewis, ’57)
17. Whole Lotta Shakin’ Going On (Jerry Lee Lewis, ’57)
18. Johnny B. Goode (Chuck Berry, ’58)
19. Summertime Blues (Eddie Cochran, ’58)
20. What’d I Say (Ray Charles, ’59)






El Hecho:
en 1954 la marca de guitarras Fender
sacó a la venta la Stratocaster, el mejor
instrumento de seis cuerdas del mundo.